Muchas amas de casa están seguras de que lavar las ventanas en otoño es una pérdida de tiempo.
Como argumento, aducen el hecho de que las primeras lluvias dejarán rayas y huellas de suciedad en las ventanas.
Para ser sinceros, el razonamiento no es tan bueno: entonces no hay que lavarse la cara ni cepillarse los dientes -se ensuciarán tarde o temprano de todos modos-.
Cuanto más limpias estén las ventanas al principio, menos sucias estarán después de la lluvia, porque ésta no trae consigo suciedad nueva, sino que mancha la que ya está en el cristal.
Además, puedes utilizar un remedio popular que hace que la limpieza sea más fácil, rápida y eficaz.
Para ello, necesitará agua y peróxido de hidrógeno, que se deben mezclar y verter en un pulverizador.
Aplique la composición limpiadora a las ventanas y, a continuación, límpielas con un paño suave, realizando movimientos circulares.
Como resultado, no sólo desaparecerá el polvo y la suciedad del cristal, sino que no aparecerán rayas y, gracias al peróxido de hidrógeno, podrá desinfectar aún más la superficie.